En el año 2005 se quemaron un total de 188.672 hectáreas a lo largo del año pero pasó a la historia por uno de los sucesos más trágicos que se recuerdan. Una barbacoa descuidada provocó el séptimo mayor incendio del siglo XXI, el que comenzaría en Riba de Saelices en Guadalajara. Y hasta ahí vamos a viajar (virtualmente) para analizar este incendio en los 4 días que estuvo activo.

Era un mediodía del sábado 16 de julio del 2005. Se posicionaba como el julio más caluroso de la historia y con una primera quincena extremadamente seca. En plena ola de calor, con más de 40º y un fuerte viento unos excursionistas que estaban de visita en la Cueva de los Casares decidieron hacer una barbacoa, ya que en esos momentos era legal. En un descuido (o negligencia) dejaron sin vigilar las brasas que con el viento llegaron al campo cercano provocando el incendio.

El fuego alcanzó en pocos minutos una magnitud increíble, avanzando por el Valle de los Milagros, cerca del Parque Natural del Alto Tajo. Dado el alto humo, se procedió a desalojar distintos pueblos como Ciruelos del Pinar, Tobillos y Mazarete a Maranchón. El incendio ya avanzaba a una velocidad de 30 hectáreas por minuto, cogiendo un pinar y aumentando su voracidad. Por la tarde, la columna de humo ya llegaba a Cataluña y los medios eran incapaces de hacerse con él.
Uno de los puntos mas criticados fue la poca movilización de medios durante las primeras horas por parte de la provincia de Guadalajara y de la comunidad de Castilla-La Mancha. Aun así, dos anfibios fueron movilizados junto a seis retenes. Los vecinos junto a los medios intentaban controlar un incendio que había explotado en muy pocos minutos.

La mañana del domingo comenzaba con mas de 6.000 hectáreas afectadas y con una versión térmica muy peligrosa. El fuego se dividió en tres grandes frentes, hacia Mazarete, hacia Ciruelos y hacia Villarejo de Medina. Manuel, Luis, Sergio, Marcos, Julio, Maria Mercedes, Ángel, Alberto, Jorge César, José y Pedro pertenecientes al retén de Cogolludo fueron destinados a proteger el pueblo de Santa María del Espino de las llamas a primera hora de la tarde del día 17. Junto al conductor del camión, Jesús Abad, se dispusieron a llegar a su zona de trabajo cuando, dos de los frentes activos se juntaron acorralándoles impidiéndoles huir dada la velocidad con la que avanzaba el fuego. De los doce integrantes, solo sobrevivió Jesús.
El caos dominó de nuevo el incendio, se sucedían las llamadas solicitando ayuda para el retén de Cogolludo, se temía lo peor hasta que a las pocas horas se pudieron confirmar los fallecidos. La negligente gestión que se estaba llevando a cabo hizo que los familiares y cercanos se enterasen por los medios de comunicación del accidente. Tras esto, se movilizaron todos los medios disponibles, ampliando el dispositivo a más de 250 efectivos.

El 19 de julio el incendio se encontraba controlado pero muchos asuntos se quedaban en el aire, comenzando con el juicio en busca del responsable de los fallecimientos. Tras siete años, solo se declaró culpable a la persona que comenzó la barbacoa, no hubo responsabilidades políticas y ni técnicas. Finalmente todo quedó en un accidente provocado por un «fuego eruptivo» imprevisible que llegó a alcanzar velocidades de más de 120 km/h y dejó atrapados a los bomberos que no pudieron huir con sus coches.
Más de 14 años después, la zona presenta una gran recuperación y los fallecidos siguen en la memoria de todos los integrantes de los cuerpos que luchan contra los incendios. Once rosas de metal fueron puestas para recordar la valentía de los bomberos forestales que dieron su vida por proteger Santa María del Espino. Por último, os dejo el gran documental «Ocho días de julio» dirigido por Roberto Mangas que es imprescindible para poder entender lo sucedido.