Siempre es una buena noticia que el mundo de los incendios forestales llegue al público general en forma de película, libro o documental y en este caso, vamos a hablar de El Fuego Callado, la última novela de Félix Romero que sale a la venta a principios de septiembre. Como la novela todavía no se encuentra disponible, hemos charlado con su autor para conocer qué nos vamos a encontrar.

Félix Romero, ingeniero forestal y experto en medio ambiente y en gestión sostenible de los recursos naturales, es un amante de la naturaleza que ha trabajado, entre otras cosas, como coordinador de retenes de incendios forestales en Castilla-La Mancha y responsable del programa de bosques de WWF España. Su primera novela «El árbol de los pigmeos» nos trasladaba a los bosques de África Central. La segunda, de la que hemos podido hablar con él, nos mete de lleno en la problemática de los incendios forestales en la España vaciada. Sin más dilación, os dejo con la entrevista completa:

Félix Romero, autor del libro «El Fuego Callado», es ingeniero forestal y experto en medio ambiente, además de un amante de la naturaleza
P. Sabemos que el libro comienza con un incendio forestal en el pueblo de Aldeanueva, pero ¿qué podemos encontrar la gente del mundo forestal?
F.R.: “El fuego callado” nos adentra en el antes, durante y después de un trágico incendio en un pueblo cualquiera de esa España rural que arde cada verano. Un incendio, como tantos, que estaba latente y, hasta era previsible, como muchos de los que suceden en nuestro país, pero de los que no siempre comprendemos lo que hay detrás, esas motivaciones impensables, tan humanas que nos llegan a sorprender a nosotros mismos, y que no llegamos a ver porque no prestamos atención a los detalles de lo que realmente mueve y conmueve a los incendiarios.
P. También en el libro se trata el tema del abandono rural, ¿cómo crees que podemos solucionar este problema? Porque parece que el mundo rural cada día está mas distanciado de las grandes ciudades.
F.R.: Quizás debemos acotar mejor cuál es el problema del abandono rural. Yo creo que no siempre es un problema, también abre oportunidades a la gestión del medio natural de otra forma, a la mejora de la biodiversidad en determinadas zonas, al ecoturismo, a la arqueología, y hasta a la agricultura ecológica… No podemos obviar que la gente, sobre todo los jóvenes, se van de los pueblos buscando mejores oportunidades laborales y de desarrollo personal, y ante eso no hay nada que podamos objetar. Entonces, tendremos que fortalecer la idea de que se puede ser feliz y vivir igual o mejor en el rural que en las ciudades y, sobre todo demostrarlo, si queremos que la gente se quede, y para ello hay que de verdad crear oportunidades económicas en el territorio y no solo en torno a las grandes ciudades. Tenemos muchas oportunidades para ello, las nuevas tecnologías pueden ofrecer servicios a bajo coste para que la gente pueda seguir viviendo en pueblos.
Pero claro, el reto es enorme. En frente, por ejemplo, está como le damos la vuelta a un modelo económico que prima el desarrollo urbanístico en torno a las grandes capitales. Seguimos viendo como todos los grupos políticos se ponen medallas con cosas como la creación de 10.000 nuevas viviendas de protección oficial en Madrid ciudad y alrededores, lo que en la práctica es una invitación a 20 pueblos de 500 habitantes a irse a la capital. Parece que los políticos e inversores, grandes y pequeños, saben hacer esto mucho mejor que motivar a que la gente se quede en el medio rural.
En lo relativo a los incendios y el abandono rural debemos ser realistas también: descuidos e incendiarios tendremos siempre, el reto es minimizarlos para seguir haciendo más efectivo el sistema de extinción, porque sabemos que los incendios serán más grandes en un espacio más naturalizado, pero también sabemos cómo gestionar los montes para que sean más resilientes ante los incendios: los forestales no debemos tener miedo a eso. Lo que necesitamos es que toda la sociedad, incluido nuestro sistema judicial, sea muy beligerante contra los que ponen una cerilla en el monte, y que esa sociedad también sea más consciente y respetuosa con el medio ambiente, de manera bien entendida: los productos forestales procedentes de montes bien gestionados son esenciales en una nueva economía, más sostenible, más verde, circular. Es decir, más papel, madera, corcho, resinas naturales en lugar de plásticos, más biomasa forestal en lugar de combustibles fósiles… Así, yo me centraría en una vertebración territorial basada en el fortalecimiento de las comarcas y la agrupación de municipios, y que a ese nivel territorial aseguremos los servicios sociales esenciales que se pueden tener en las grandes ciudades (sanidad, educación, ocio…) impulsando un tejido industrial moderno y un transporte eficiente y ecológico que invite a invertir en lo rural y que sea sostenible económicamente también.
«Descuidos e incendiarios tendremos siempre, el reto es minimizarlos para seguir haciendo más efectivo el sistema de extinción»
P. Como ingeniero forestal con años de experiencia, ¿cómo crees que podemos solucionar el problema de los incendios forestales a los que se enfrentan los medios actualmente?
F.R.: Nuestro sistema de extinción es excelente y, en general, el problema no es un asunto de más helicópteros o más brigadas. Por supuesto que cabe la mejora continua del sistema: en formación, en coordinación, en lecciones aprendidas; pero el problema de los incendios, el de los grandes incendios, sobre todo, es un problema social, no técnico. Y tampoco es de limpiar el monte, es horrible que la sociedad piense que hay incendios grandes porque el monte no está limpio, lo que hay que hacer es gestionar, y generalmente eso implica respetar la vegetación como refugio de fauna y protección del suelo. Pero como digo, creo que es la parte social la que más hay que trabajar en este punto en la lucha contra los incendios. Necesitamos entender mejor lo que pasa en los pueblos e identificar de antemano los riesgos latentes, las circunstancias ocultas, esos asuntos sorprendentes de los que hablo en “El fuego callado”. Tal vez debemos pensar en cómo podemos preparar también a nuestros agentes rurales, forestales y medioambientales en disciplinas de corte social y en psicología de nuestro medio rural para que tengamos una investigación diaria, previa y efectiva, que nos ayuden a anticiparnos al incendiario en una región concreta. Entremos en las escuelas hablando de incendios, paseemos por los bares analizando el contexto del lugar, en definitiva, identifiquemos los conflictos de antemano, controlemos el riesgo social. No digo que no se hagan ya cosas en este sentido ni que sea la solución definitiva, pero tal vez debemos poner mas énfasis en ello.
Es la parte social la que más hay que trabajar en este punto en la lucha contra los incendios. Necesitamos entender mejor lo que pasa en los pueblos e identificar de antemano los riesgos latentes
P. Para una persona que vive en una gran ciudad ajena a los problemas del mundo rural, ¿crees que el libro puede hacerle ver la realidad de la España despoblada y el problema de los incendios forestales?
F.R.: Espero que ese sea el resultado. Que lea una novela, porque eso es “El fuego callado” que disfrute y que a la vez se sumerja en el contexto, en el problema, y que reflexione críticamente sobre el asunto que nos trae los incendios. Sin duda es uno de mis objetivos cuando escribo: en “El fuego callado” el asunto de fondo es el incendio, en mi primera novela “El árbol de los pigmeos” el asunto de fondo era los recursos naturales, la madera tropical, la geopolítica con África y el papel de la sociedad en todo ello. En ambas novelas lo que pretendo usar es la narrativa para acercar al lector a temas tradicionalmente técnicos o claramente ensayísticos e intento contribuir con ello a desmontar tópicos y a la reflexión a partir de elementos que he visto o vivido profesionalmente.
P. ¿Crees que el libro puede eliminar los tópicos de los incendios forestales que se repiten año tras año, fuego tras fuego?
F.R.: Espero que el lector con sus conclusiones y el propio debate que pueda generarse en torno al libro sirvan para que entre todos avancemos un poco más en nuestra lucha colectiva en este asunto. Tal vez estamos en un momento en el que me da mucha pereza la división por siglas políticas, porque los incendios forestales, como la violencia de género, como la conservación de la biodiversidad, como la solución al problema migratorio, son temas transversales que nos afectan al conjunto de la sociedad actual y futura, y no pueden ser solo abanderados por unos grupos sino que necesitamos que sea realmente abrazados por unos y otros, sino perderemos todos, y como tal debemos estar a la altura, y nuestros políticos más. Ojalá que los tópicos que preguntas vayan desapareciendo y nos concentremos más en la solución real, porque el enemigo común es el abandono de lo forestal en nuestras vida diaria; el enemigo común es el incendio per se y no si el monte está limpio o si hay más helicópteros; el enemigo común es el desconocimiento de que la mitad de España es territorio forestal y que no estamos suficientemente comprometidos con una política forestal de largo plazo; el enemigo común es el cambio climático, la reducción de emisiones, incluida la de los incendios, y la necesidad de una transición real a una economía verde…
P. Por último y más importante, ¿dónde y cómo vamos a poder adquirir tu nueva novela?
F.R.: A partir del 1 de septiembre en canales habituales de venta online y en librerías, si no está físicamente el librero lo pedirá inmediatamente. Además, haré algunas presentaciones donde también podrán adquirirse directamente y que anunciaré en mi página web www.felixromerocanizares.com y redes sociales.
Sinceramente, la entrevista nos ha dejado con unas ganas increíbles de poder echarle mano al libro, que seguro se convierte en un imprescindible en nuestra biblioteca pyrofriki. Os iremos informando en nuestras redes sociales sobre las actualizaciones del libro. Por último, agradecer a Félix Romero su cercanía y simpatía para poder hacer esto posible.